martes, 23 de abril de 2019

Acuérdate de mí

A veces lo mejor es comenzar de cero, como si el pasado no te estuviera persiguiendo continuamente, parece fácil, pero la verdad es que es casi imposible.
Es increíble lo rápido que una decisión puede cambiarte la vida, incluso cuando no sabes si esa decisión la has tomado tú u otra persona ajena a tu vida.
Apenas puedo recordar las últimas palabras que me dijo mi hermana, o incluso mi madre que me miraba incrédula por lo que estaba haciendo, ¿por qué? ¿Por qué tuve que hacer lo que hice?
Me llevo las manos a la cara, esto no me puede estar pasando, todo lo que ha ocurrido esta tarde no ha pasado, no puede haber pasado, cierro los ojos con fuerza con la esperanza de que al abrirlos todo vuelva a ser normal. Sin embargo, cuando los abro nada ha cambiado, sigo sentado en la playa, con la ropa empapada y con rasguños en toda mi piel.
Cierro los puños con fuerza, no quiero seguir teniendo miedo, no quiero pensar, pero sobre todo, no quiero ser de por vida un fugitivo, aunque no he cometido ningún crimen, sólo soy un simple chico de 10 años, ¿qué mal puedo haber cometido?
Cierro los ojos y dejo que las lágrimas caigan por mi rostro, no puedo vivir así, tengo mucho miedo y no estoy dispuesto a afrontar todos los obstáculos que se me pongan por delante, por muy sencillos que puedan llegar a resultar.
Tengo tanto miedo, que no sé que debo de hacer ahora, no sé si debería volver o quedarme aquí escondido. Me acuesto en la fría arena e intento descansar un rato, al principio no lo consigo, pero luego la oscuridad me atrapa.


─¿Quieres que te cuente un secreto? ─me pregunta mi hermana.
─Sí ─respondo energéticamente.
─Pero no se lo puedes contar a nadie, ¿me lo prometes?
─Sí.
Camino al lado de mi hermana que me guía por el patio trasero de nuestra casa, una de las ventajas de habernos mudado al campo es que tenemos tanto espacio como deseemos, por esa razón nuestro padre nos construyó nuestra fortaleza, donde guardamos nuestros secretos o donde vamos cuando queremos hacer algo chulo.
Observo como mi hermana abre la primera valla y más tarde abre la grande, nunca he llegado a entender porque tenemos dos, si nunca nos han intentado robar.
Caminamos en silencio hasta que giramos a la derecha y llegamos a un espacio abierto.
─Lo encontré mientras dormías, al principio no sabía que era, hasta que me acerqué un poco más y entonces recordé la leyenda ─cuenta mi hermana.
─¿Qué leyenda? ─pregunto mirándola.
─Hay una leyenda que dice que hay peces que son especiales, que no son como los de este mundo, sino que son completamente diferentes, dicen que antes de convertirse en peces eran humanos, como nosotros, que fueron condenados a vivir como peces por haber cometido crímenes imperdonables ─comienza a decir─ pero no es sencillo encontrar a uno de estos peces, es decir, tú no los buscas, ellos te buscan a ti, ellos buscan a la persona que quieren que les salve de su maldición.
─¿Por eso hay tantas peceras aquí? ─pregunto mirando a mi alrededor.
─Si, estas peceras llevan todo el tiempo aquí, esperando a encontrar a una persona para liberarlos de la maldición ─me explica.
Me acerco y observo a los peces nadar en su restringido espacio, me detengo en una pecera, no es nada especial pero algo llama mi atención, un pez anaranjado me observa, en ese momento noto un repentino dolor de cabeza, me llevo la mano a la cabeza y el dolor desaparece, miro al frente y veo a lo lejos como mi madre entra en la cerca junto a un hombre, miro a mi hermana que está observando su móvil, no sé porqué pero estoy sudando y de repente me siento muy mareado.
Me acerco más a la pecera y pongo las manos en el frío cristal, cada segundo que pasa me siento peor, es como si el mundo se hubiera parado y yo estuviera intentando descubrir cómo solucionarlo.
Entonces ocurre, sin pensarlo dos veces meto la mano en la pecera y cojo el pez anaranjado, saco la mano y la abro, pero no hay nada, miro la pecera y el pez anaranjado ya no está. El dolor de cabeza vuelve, ya no lo aguanto más, miro a mi hermana y luego el suelo y comienzo a correr con todas mis fuerzas hacia la salida, necesito salir de aquí, oigo voces tras de mí, aunque apenas las escucho, me concentro en correr más y más rápido.
Cuando me doy cuenta de lo que está pasando choco contra un hombre y caigo al suelo con un golpe sordo, escucho a mi madre acercarse preocupada y a mi hermana correr detrás de mí, miro al hombre y noto como me falta la respiración, apenas puedo respirar, me duele el tobillo pero eso no me impide ponerme de pie y seguir corriendo, paso por la primera valla y la cierro, cuando paso la última la cierro lo más rápido que puedo.
Me detengo un momento y miro atrás, mi madre me mira incrédula, sin llegar a creerse lo que estoy haciendo, luego miro a mi hermana que se acerca a mi madre y me mira sorprendida.
Me giro y me encuentro con mi padre que me observa de arriba a abajo.
─¿Qué crees que estás haciendo? ─me pregunta.
─Tengo que marcharme, todos me están buscando ahora, necesito huir.
─Tú no tienes que huir de nada Claus ─dice mi padre.
─Theo ─le corto─ mi nombre es Theo.
Comienzo a correr, mi hermana grita mi nombre pero no la escucho, ya no.
Corro hasta que me duelen las piernas, miro a mi alrededor y veo a lo lejos un acantilado, me acerco lo más rápido que mis piernas me lo permiten. Una vez que estoy en el borde, miro hacia abajo y la altura me asusta, sin embargo, no me detiene a la hora de saltar, en cuánto estoy en el aire me arrepiento de lo que he hecho. Caigo al mar y mis pulmones se llenan de agua hasta que pierdo el conocimiento.


Abro los ojos cuando el sueño se desvanece, no es un sueño, es un recuerdo, un trágico recuerdo, quiero volver a casa y esconderme bajo las sábanas de mi cama, quiero que mi padre vuelva a gritarme, quiero que Theo jamás me hubiese elegido como su salvador.
¿Por qué no puedo volver a la normalidad?¿Por qué mi vida ha dado un vuelco en un solo momento? Desconozco la respuesta, pero daría lo que fuera por conocerla, solo quiero respuestas.
Noto como alguien se acerca a mí, me giro esperanzado de que sea mi familia, pero no, es solo un joven.
─Debes seguir con mi misión ─dice─ estoy muy débil en tu mundo.
─¿Quién eres? ─le pregunto.
─Theo.
Entonces lo recuerdo, él me arrastró hasta la playa, hubiera preferido haber muerto que estar hablando con el ser que me ha arruinado la vida.
─No puedes odiarme eternamente, debes comprender tu destino cuanto antes ─dice mirándome muy serio.
─Ya no me queda destino alguno ─confieso mientras una lágrima resbala por mi mejilla.
─No decaigas ahora, me necesitas y yo te necesito a ti ─agrega.
─Yo no te necesito ─siseo─ yo necesito a mi familia, la familia que me has arrebatado.

─Claro que sí, me necesitas solo que aún no lo ves, porque somos la misma persona ─añade con la mirada perdida en el horizonte.

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