martes, 21 de mayo de 2019

Fuego

Al oeste de Arkham se levanta una enorme colina con bosques selváticos. Cerca de una de ella se alzaba hace tiempo una pequeña población con unas cuantas casas y algún granero. Sin embargo, hace un tiempo que todos se fueron poco a poco, huyendo de un hecho inexplicable que se convirtió en leyenda, y al que todos llamaban ‘los extraños días’.
Me mandaron allí con la misión de acotar y comprobar la zona en donde se construiría la nueva alberca. Una laguna cubriría aquellas tierras ahora abandonadas.
Según me acercaba más a la zona, era más consciente de la realidad que había obligado a todos los habitantes a huir. Existía un antiguo camino que partía de una casa casi derruida, que aún resistía en pie junto a un antiguo pozo y atravesaba las colinas, y un camino más reciente, que giraba hacía el sur y las rodeaba.
Fue creado más tarde, cuando ‘aquellos extraños días’ marchitaron y pudrieron ese marchito erial que parecía ser el triste resultado de un incendio: la tierra era de un triste color gris ceniza y no crecía absolutamente nada de vida a su alrededor. Desprendía un ligero olor a podredumbre, y los troncos de los árboles yacían muertos.

El hombre de negro

Y como siempre, allí estábamos los de siempre, haciendo lo de siempre. Sentados en la oscuridad, alejados de todo aquel que solo quería imponernos algo. Todos hablábamos, reíamos, bebíamos y todas esas cosas que haces con los amigos. Cuando mejor lo pasábamos, Carol, mi mejor amiga empezó a llorar mientras gritaba que en el fondo en la oscuridad había alguien que vestía de negro y estaba tan pálido (o al menos eso vio) que parecía un muerto. Todos comenzamos a reírnos y le dijimos que dejara de beber. Ella insistió.
Dos de los chicos que estaban con nosotras se ofrecieron a acompañarla hasta el sitio para que se convenciera de que allí no había nada ni nadie. Al final fuimos todos. Llegamos, miramos por todas partes y, como habíamos pensado, no había nada; mejor dicho, nadie.
A Carolina se le pasó el susto. Volvimos a crear el ambiente que teníamos, cuando vi algo: era ese hombre, el de negro. Me entró tal miedo que comencé a gritar. Los chicos pusieron cara de mosqueo y nos empezaron a decir que la broma había estado muy bien pero que paráramos, que se estaba haciendo pesada. Nosotras no dejábamos de decir que aquello no era una broma, que habíamos visto a aquel hombre o lo que fuese.
Después de un rato decidimos quedarnos allí un poco más, pero esta vez cambiamos los sitios. Cuando más a gusto estábamos, uno de los chicos, Juan, le dijo a otro que mirase al fondo. Este se levanto y dijo gritando ¡¡¡¡CORRED!!!!
No tuve tiempo a girarme y mirar, pero sé lo que vieron. ¡¡¡SI!!! Sé que habíamos bebido, y también se que cuando se bebe se puede llegar a ver cosas que en realidad no están pasando pero en este caso lo vimos cuatro personas. No volvimos a aquel sitio nunca más.

domingo, 19 de mayo de 2019

La isla

Decían que era un pequeño asteroide, otros decían que era un planeta fragmentado, pero lo que nadie imaginó era que sería la desaparición de toda vida humana.

Hace 51 días que el satélite notó la presencia de algo en el exterior, lo ignoraron y ese fue su primer error. Notaron como se acercaba pero pensaron que sería cualquier objeto, ese fue el segundo error.
Pero... ¿Y si no se estaba acercando?¿Y si nosotros éramos los que nos estábamos acercando a él?

Es difícil definir la atracción que sentíamos por ese objeto, algunos quedaron maravillados y hacían todo lo que podían con saber que era, otros pasaban del tema, o bien por miedo o porque les era indiferente.

Pasaron los días y seguían estudiándolo. Cuando habían pasado 45 días cuando pudimos atisbar en lo alto del un puntito negro, era algo que pasaba desapercibido, pero con el paso de los días su tamaño fue en aumento.

Los satélites desaparecieron de la noche a la mañana sin dejar rastro.

El terror se implantó en la Tierra, era raro lo que estaba pasando, era raro ver cada día que pasaba el punto negro cada vez más cerca, era como si nos estuviera comiendo.

Salieron muchas teorías sobre lo que estaba pasando, pero ninguna dio en el clavo, excepto una, se titulaba "La isla" y decía que lo que nos acechaba en el cielo y que crecía según pasaban los días era en realidad un agujero negro.

Como era de esperar el terror inundó las calles, la gente decía que íbamos a morir (algo que era obvio), muchos decían que este planeta estaba maldito.

Era ridículo escuchar todo tipo de historias sobre lo que iba a pasar.
Hoy, han pasado 51 días exactos desde que nosotros, los humanos, vimos a nuestro destino acercarse, sabemos que hoy será cuando desaparezcamos del Universo, lo vamos asumiendo poco a poco, intentamos mantener la calma mientras a negrura se acerca a nosotros y nos absorbe.

Cierro los ojos segura y sé, por primera vez en mi vida, que no los volveré a abrir nunca más.

La realidad

Domingo 19 de mayo de 2019

Cada ser humano, y cuando digo cada es porque me refiero a cada humano de la Tierra de uno en uno, es decir, que no los cuento en grupo.
El caso, por donde iba, a sí ya me acuerdo, cada humano idolatra a una persona, por muy distinta que sea, es posible que algunas personas repitan a su ídolo, pero es muy difícil, porque cada uno elige a su ídolo por alguna razón.

(ACLARACIÓN: cuando me refiero a un ídolo no me refiero a un cantante, ni a un actor, no me refiero a ninguna persona famosa, no, me refiero a personas reales, personas de tu edad, personas que puede que conocieses, personas de tu entorno. Tiene que ser alguien que tu lo conozcas por x razón, puede ser por una red social o porque va a tu clase, tiene que ser alguien con quien hayas hablado alguna vez, o bien en clase o por redes sociales. Tiene que ser gente que comparta sus gustos, las cosas que hacen. Pero lo más importante, personas con la que crees que conectarías como amigos, personas que por miedo o vergüenza no hablas con ellos hasta conocerlos del todo y volveros amigos).

Después de esta aclaración tan larga y de dejar claro a lo que me refiero con ídolo, piensa, piensa en quien sería tu ídolo.

Cuando hayas decidido quien sería tu ídolo, planteate las siguientes cuestiones.
- ¿Por qué es él/ella tu ídolo?
- ¿Qué lo hace tan guay para ser tu ídolo?
- ¿Te gustaría conocerle?
- ¿Cuántas personas más crees que idolatran a esa persona?

Después de esa pequeña reflexión, planteate otra pregunta.
- ¿Cuántas personas crees que te idolatran a ti?

Seguramente hayas pensado instantáneamente "ninguna", pero estás muy equivocado, porque yo te idolatro, si estás leyendo esto, es para que te des cuenta de que eres una persona super guay, que envidio todas y cada una de las cosas que realizas al día (si te pasa el día entero estudiando da igual, es guay igual) y que siempre haré lo que sea por intentar ser como tú, porque eso es lo que uno hace cuando idolatra a alguien, intentar asemejarse lo máximo a su ídolo.

Nunca lo olvides, cada humano es idolatrado por otro, aunque no llegue a conocerlo nunca.

lunes, 6 de mayo de 2019

Soledad

Todo el mundo hablaba, gritaba, se divertía... Todos hacían lo mismo constantemente, como si les fuera la vida en ello, como si no les quedara nada más aparte de ello, no pensaban en lo que de verdad importaba, no pensaban en la familia, no pensaban en lo que ocurría a su alrededor, no pensaban. Esa era la cuestión que no pensaban, hacían lo que hacían porque no les quedaba más remedio, para sentirse fuertes y seguros, o eso decían, actualmente todo el mundo muere.

Todo el mundo necesita tener amigos, necesita relacionarse, temen a la soledad, temen que otros no los acepten por ser distintos a todo lo que los otros piensan.
El miedo es algo surrealista, a veces está presente y otras veces no.
El miedo tiende a estar presente cuanto más lo pensamos, porque si nos lanzamos de lleno a algo y no pensamos nos sentimos seguros, pero en cuanto nuestro cerebro decida pensar, el miedo nos asaltará.
Nosotros encendemos el miedo, y ese es nuestro punto débil.

El ser humano está subestimado solo porque todos piensan que somos idénticos, pues no, os digo y os confirmo de que no es así.

Mi nombre es Ami y os confirmo que yo me salto todos los esquemas que la sociedad haya creado sobre los humanos.
Odio a las personas, no me gusta estar con gente todo el día, no me gusta salir, no me gustan los deportes, no me gusta hacer las cosas que hacen las chicas y los chicos de mi edad, no me gusta que la gente me mire.
Me gusta pasar desapercibida, me gusta ser invisible ante otros ojos, me gusta ser yo misma.
Pero claro, yo os digo eso y vosotros seguro pensareis que soy normal que eso lo puede pensar otra persona cualquiera, pero ya os digo que no, porque a mi me gusta la soledad. Espera, no, yo no lo diría así, sino que me encanta la soledad.

Algo super raro en la gente de mi edad que se pasa la vida en la calle y a saber que hacen allí.
Yo me paso los días en mi casa acompañada del silencio y de mis pensamientos.
Y estoy segura de que siempre seré invisible pero me da igual, me gusta ser así, así consigo verme como en realidad soy, y no me veo como una farsante, alguien que debe fingir constantemente para caerle bien al resto.

Pues no, porque cada uno es como es, y si a alguien no le gusta pues que se aguante, porque la opinión de los demás me da exactamente igual.

lunes, 29 de abril de 2019

Tristes recuerdos

La vida es triste y dura, muchos lo aprenden cuando ya es muy tarde, otros cuando la vida por fin les arrebata lago importante para ellos.

Esa mañana parecía tranquila, como otra cualquiera, pero no lo era, era horrible y un completo desastre, a mis 8 años vi a mi madre morir, y a los 9 a mi padre suicidarse. Así fue como aprendí lo dura que era la vida, de como un acto puede cambiarte el punto de vista de todo, a partir de ese día comencé a plantearme cuántas veces al día una persona podía morir, la respuesta es sencilla, siempre, con cada segundo que pasa nos arriesgamos a morir, a perder la vida de la manera más inesperada posible.

Han pasado ya tres años desde que mi padre murió, actualmente vivo con mi hermano mayor, lleva varios días desaparecido, seguro que está con sus amigos, sin embargo, al haber visto a mis padres morir, es como si la muerte me advirtiese de que algo malo va a pasar, y eso es ahora lo que estoy sintiendo, una parte de mí me grita de que algo va a suceder, de que algo le va a suceder a mi hermano, de que no está bien y necesita ayuda, en resumen, que va a morir.

Es algo que sé con certeza y que cuando ocurra y lo presencie no haré nada, no podré porque es su destino, y es imposible cambiar el destino de uno mismo, puede que mi destino sea presenciar tantas muertes como me sea posible, para que aprenda a valorar todo lo que tengo y no a despreciarlo ni a tirarlo como si no importase, porque en cierto modo todos somos marionetas de nosotros mismos, sé que no tiene mucho sentido dicho así, pero si lo piensas un buen rato descubres que sí lo tiene, y que así descubres la verdad oculta de la vida.

Con el paso de los años, logré acostumbrarme al dolor, ya no me importa el sufrimiento ajeno, porque sé que los que lloran por haber suspendido un examen o porque les haya dejado el novio es una simple tontería que no merece malgastar lágrimas en eso, seguro que pensaréis que cruel soy pero es una realidad, nadie debe llorar por estupideces como suspender un examen o una discusión, son obstáculos que la vida nos pone para ver si somos fuertes, y si por cada obstáculo que nos pongan nos echamos a llorar no entiendo de que vale que estés vivo si no sabes ni apreciar lo que de verdad importa, si lloras por todo es que eres un débil y no mereces vivir, porque la vida está hecha para gente fuerte y no para gente débil que se compone básicamente de un 90% de la población de la Tierra.

Soy un niño, sí, pero eso no significa que me eche a llorar por cualquier tontería, sino que he aprendido lo que significa la palabra vivir y lo hago, soy fuerte porque lo he aprendido por mi cuenta y no necesito que alguien me lo repita mil veces, porque sino ya se convierte en algo cansino que preferiría ignorar.

martes, 23 de abril de 2019

Acuérdate de mí

A veces lo mejor es comenzar de cero, como si el pasado no te estuviera persiguiendo continuamente, parece fácil, pero la verdad es que es casi imposible.
Es increíble lo rápido que una decisión puede cambiarte la vida, incluso cuando no sabes si esa decisión la has tomado tú u otra persona ajena a tu vida.
Apenas puedo recordar las últimas palabras que me dijo mi hermana, o incluso mi madre que me miraba incrédula por lo que estaba haciendo, ¿por qué? ¿Por qué tuve que hacer lo que hice?
Me llevo las manos a la cara, esto no me puede estar pasando, todo lo que ha ocurrido esta tarde no ha pasado, no puede haber pasado, cierro los ojos con fuerza con la esperanza de que al abrirlos todo vuelva a ser normal. Sin embargo, cuando los abro nada ha cambiado, sigo sentado en la playa, con la ropa empapada y con rasguños en toda mi piel.
Cierro los puños con fuerza, no quiero seguir teniendo miedo, no quiero pensar, pero sobre todo, no quiero ser de por vida un fugitivo, aunque no he cometido ningún crimen, sólo soy un simple chico de 10 años, ¿qué mal puedo haber cometido?
Cierro los ojos y dejo que las lágrimas caigan por mi rostro, no puedo vivir así, tengo mucho miedo y no estoy dispuesto a afrontar todos los obstáculos que se me pongan por delante, por muy sencillos que puedan llegar a resultar.
Tengo tanto miedo, que no sé que debo de hacer ahora, no sé si debería volver o quedarme aquí escondido. Me acuesto en la fría arena e intento descansar un rato, al principio no lo consigo, pero luego la oscuridad me atrapa.


─¿Quieres que te cuente un secreto? ─me pregunta mi hermana.
─Sí ─respondo energéticamente.
─Pero no se lo puedes contar a nadie, ¿me lo prometes?
─Sí.
Camino al lado de mi hermana que me guía por el patio trasero de nuestra casa, una de las ventajas de habernos mudado al campo es que tenemos tanto espacio como deseemos, por esa razón nuestro padre nos construyó nuestra fortaleza, donde guardamos nuestros secretos o donde vamos cuando queremos hacer algo chulo.
Observo como mi hermana abre la primera valla y más tarde abre la grande, nunca he llegado a entender porque tenemos dos, si nunca nos han intentado robar.
Caminamos en silencio hasta que giramos a la derecha y llegamos a un espacio abierto.
─Lo encontré mientras dormías, al principio no sabía que era, hasta que me acerqué un poco más y entonces recordé la leyenda ─cuenta mi hermana.
─¿Qué leyenda? ─pregunto mirándola.
─Hay una leyenda que dice que hay peces que son especiales, que no son como los de este mundo, sino que son completamente diferentes, dicen que antes de convertirse en peces eran humanos, como nosotros, que fueron condenados a vivir como peces por haber cometido crímenes imperdonables ─comienza a decir─ pero no es sencillo encontrar a uno de estos peces, es decir, tú no los buscas, ellos te buscan a ti, ellos buscan a la persona que quieren que les salve de su maldición.
─¿Por eso hay tantas peceras aquí? ─pregunto mirando a mi alrededor.
─Si, estas peceras llevan todo el tiempo aquí, esperando a encontrar a una persona para liberarlos de la maldición ─me explica.
Me acerco y observo a los peces nadar en su restringido espacio, me detengo en una pecera, no es nada especial pero algo llama mi atención, un pez anaranjado me observa, en ese momento noto un repentino dolor de cabeza, me llevo la mano a la cabeza y el dolor desaparece, miro al frente y veo a lo lejos como mi madre entra en la cerca junto a un hombre, miro a mi hermana que está observando su móvil, no sé porqué pero estoy sudando y de repente me siento muy mareado.
Me acerco más a la pecera y pongo las manos en el frío cristal, cada segundo que pasa me siento peor, es como si el mundo se hubiera parado y yo estuviera intentando descubrir cómo solucionarlo.
Entonces ocurre, sin pensarlo dos veces meto la mano en la pecera y cojo el pez anaranjado, saco la mano y la abro, pero no hay nada, miro la pecera y el pez anaranjado ya no está. El dolor de cabeza vuelve, ya no lo aguanto más, miro a mi hermana y luego el suelo y comienzo a correr con todas mis fuerzas hacia la salida, necesito salir de aquí, oigo voces tras de mí, aunque apenas las escucho, me concentro en correr más y más rápido.
Cuando me doy cuenta de lo que está pasando choco contra un hombre y caigo al suelo con un golpe sordo, escucho a mi madre acercarse preocupada y a mi hermana correr detrás de mí, miro al hombre y noto como me falta la respiración, apenas puedo respirar, me duele el tobillo pero eso no me impide ponerme de pie y seguir corriendo, paso por la primera valla y la cierro, cuando paso la última la cierro lo más rápido que puedo.
Me detengo un momento y miro atrás, mi madre me mira incrédula, sin llegar a creerse lo que estoy haciendo, luego miro a mi hermana que se acerca a mi madre y me mira sorprendida.
Me giro y me encuentro con mi padre que me observa de arriba a abajo.
─¿Qué crees que estás haciendo? ─me pregunta.
─Tengo que marcharme, todos me están buscando ahora, necesito huir.
─Tú no tienes que huir de nada Claus ─dice mi padre.
─Theo ─le corto─ mi nombre es Theo.
Comienzo a correr, mi hermana grita mi nombre pero no la escucho, ya no.
Corro hasta que me duelen las piernas, miro a mi alrededor y veo a lo lejos un acantilado, me acerco lo más rápido que mis piernas me lo permiten. Una vez que estoy en el borde, miro hacia abajo y la altura me asusta, sin embargo, no me detiene a la hora de saltar, en cuánto estoy en el aire me arrepiento de lo que he hecho. Caigo al mar y mis pulmones se llenan de agua hasta que pierdo el conocimiento.


Abro los ojos cuando el sueño se desvanece, no es un sueño, es un recuerdo, un trágico recuerdo, quiero volver a casa y esconderme bajo las sábanas de mi cama, quiero que mi padre vuelva a gritarme, quiero que Theo jamás me hubiese elegido como su salvador.
¿Por qué no puedo volver a la normalidad?¿Por qué mi vida ha dado un vuelco en un solo momento? Desconozco la respuesta, pero daría lo que fuera por conocerla, solo quiero respuestas.
Noto como alguien se acerca a mí, me giro esperanzado de que sea mi familia, pero no, es solo un joven.
─Debes seguir con mi misión ─dice─ estoy muy débil en tu mundo.
─¿Quién eres? ─le pregunto.
─Theo.
Entonces lo recuerdo, él me arrastró hasta la playa, hubiera preferido haber muerto que estar hablando con el ser que me ha arruinado la vida.
─No puedes odiarme eternamente, debes comprender tu destino cuanto antes ─dice mirándome muy serio.
─Ya no me queda destino alguno ─confieso mientras una lágrima resbala por mi mejilla.
─No decaigas ahora, me necesitas y yo te necesito a ti ─agrega.
─Yo no te necesito ─siseo─ yo necesito a mi familia, la familia que me has arrebatado.

─Claro que sí, me necesitas solo que aún no lo ves, porque somos la misma persona ─añade con la mirada perdida en el horizonte.