martes, 23 de abril de 2019

Asesina

Muchas son las vidas que he arrebatado a lo largo de mi vida, y muchos son lo que han intentado arrebatarmela, la única diferencia, es que nadie lo ha conseguido.

Durante toda mi vida he hecho lo que otros me han ordenado, si tenía que matar a un mercenario, lo hacía; si tenía que matar a un criado, lo hacía.
En los últimos nueve años, mi vida ha sido idéntica, con mi propia identidad eliminada, así lo quisieron ellos, puede llegar a parecer cruel, pero a mí en ese momento no me lo pareció, pues cuando estás tan desesperado por conseguir algo de comida y dinero, haces cualquier cosa, aunque eso te destruya con el tiempo.

Todo comenzó un oscuro día, se avecinaba una gran tormenta, como las que son típicas en esta época del año.
Apenas tenía siete años cuando me llegó mi primera marca, estaba ayudando a los aldeanos con las tareas que cada uno desarrollaba todos los días, era ya algo monótono y todos lo hacían en el menos tiempo posible.
Se vislumbró el primer rayo seguido de un estruendoso trueno, fue como si la mismísima tierra hubiese temblado, cuando el ruido desapareció unas gotas comenzaron a caer, pero no eran como gotas normales, eran como ácido, cada gota que caía en mi fría piel me quemaba.
Cuando intenté mirar mi mano, solo conseguí ver una intensa luz, en ese momento, sentí miedo, miedo por no volver a ver en la vida, por morir ahora.
Nunca antes había experimentado esta sensación, de repente, algo me golpeó y caí al suelo, note un dolor en las rodillas y en las palmas, pero también sentía un cosquilleo en las palmas de las manos, era como si la electricidad corriera por mis venas.

Pasaba el tiempo y la tormenta no se detenía, era como si tuviera vida propia, yo seguía en el suelo, llorando y con mucho miedo, apenas podía moverme, levanté la mirada y miré el cielo, estaba negro pero a la vez estaba como despejado, puede que me lo hubiera imaginado, pero parecía como si la tormenta estuviera allí por error, como si no quisiera estar allí de verdad.

En ese momento escuché como una voz, la cuál hizo que me levantase al fin del suelo, y lo note, la electricidad corría por mis venas, como si me hubiesen sacado toda la sangre y me hubiesen metido solo electricidad para sustituir lo que me habían quitado.

Así fue como "los dioses" me dieron mi única forma de matar y de ganarme mi vida, podría considerarse mi don una catástrofe, pero en realidad, es un milagro.




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