Siempre paseaba por las estrechas calles dando pequeños saltitos y con una sonrisa en su hermoso rostro, era pequeña, inocente pero inteligente, siempre tenía una luz en los ojos, la luz de la vida.
Parecía que tenía una buena vida, no le faltaba de nada, pero claro, las apariencias siempre engañan, aunque pareciera que no le faltara nada, puede que no fuera feliz y que solo fingiera y que esos pequeños paseos en la tarde le trajeran la felicidad a su vida.
Nadie parecía conocerla, acababa de mudarse, pero de solo verla en un momento yo ya sabía que la conocía de toda la vida, era como un pequeño presentimiento que sabía desde que era pequeño pero que no sabía de su existencia.
Era raro no verla uno de los días caminar o saltar por las calles, los vecinos ya la conocían, o al menos lo creían, nadie nunca había visto a sus padres, muchos especulaban con que estaban muertos, ¿acaso era real eso?
Sinceramente, yo no me imagino la vida sin mis padres, pobre de ella si sus padres estuviesen muertos, sería muy trágico para la vida de una niña a tan corta edad que tiene toda la vida por delante.
Muchas son las veces que me he planteado el hecho de poder acercarme y hablar con ella, pero la vergüenza se apodera de mí en todas las ocasiones que tengo, no puedo evitarlo, no me gusta sentirme así, pero sé que es algo que no puedo cambiar por mucho que lo desee.
Hoy, 18 de marzo ha ocurrido algo, aún no sé el que, pero tiene que haber ocurrido algo, ella hoy no está paseando a la hora que suele hacerlo, sé que puede parecer una tontería, pero sé que hay algo detrás, salgo de casa y comienzo a caminar, al no verla, comienzo a correr, recorro muchas calles, hasta detenerme.
No puedo evitar que las lágrimas recorran mi rostro, allí está pero no está, su abrigo amarillo descansa sobre la fría calzada, pero no hay ni rastro de ella.
Oigo un sollozo detrás de mí y me giro, allí está ella pero no está como siempre, la luz de sus ojos se ha extinguido y sus ojos derraman incontables lágrimas.
- Tienes que ayudarme - susurra llorando.
No entiendo lo que pide, pero cuando logro entenderlo, comprendo que ya es demasiado tarde.
Veo como unos hombres se acercan por su espalda, y gritan algo que no logro entender, entonces un estruendoso ruido sale de un arma y se estrella contra el diminuto cuerpo de la chica.
Esta cae al suelo lentamente y veo mi vida desvanecerse.
Ya nada tiene sentido.
Era raro no verla uno de los días caminar o saltar por las calles, los vecinos ya la conocían, o al menos lo creían, nadie nunca había visto a sus padres, muchos especulaban con que estaban muertos, ¿acaso era real eso?
Sinceramente, yo no me imagino la vida sin mis padres, pobre de ella si sus padres estuviesen muertos, sería muy trágico para la vida de una niña a tan corta edad que tiene toda la vida por delante.
Muchas son las veces que me he planteado el hecho de poder acercarme y hablar con ella, pero la vergüenza se apodera de mí en todas las ocasiones que tengo, no puedo evitarlo, no me gusta sentirme así, pero sé que es algo que no puedo cambiar por mucho que lo desee.
Hoy, 18 de marzo ha ocurrido algo, aún no sé el que, pero tiene que haber ocurrido algo, ella hoy no está paseando a la hora que suele hacerlo, sé que puede parecer una tontería, pero sé que hay algo detrás, salgo de casa y comienzo a caminar, al no verla, comienzo a correr, recorro muchas calles, hasta detenerme.
No puedo evitar que las lágrimas recorran mi rostro, allí está pero no está, su abrigo amarillo descansa sobre la fría calzada, pero no hay ni rastro de ella.
Oigo un sollozo detrás de mí y me giro, allí está ella pero no está como siempre, la luz de sus ojos se ha extinguido y sus ojos derraman incontables lágrimas.
- Tienes que ayudarme - susurra llorando.
No entiendo lo que pide, pero cuando logro entenderlo, comprendo que ya es demasiado tarde.
Veo como unos hombres se acercan por su espalda, y gritan algo que no logro entender, entonces un estruendoso ruido sale de un arma y se estrella contra el diminuto cuerpo de la chica.
Esta cae al suelo lentamente y veo mi vida desvanecerse.
Ya nada tiene sentido.
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